Porque seis pingüinos ya estaban tiesos de frio el sábado a las diez de la mañana en la peña Weba, con un cielo plomizo que amenazaba con abrirse y un viento del norte que anticipaba que dando de cara por las alcarrias y lo valles las íbamos a pasar canutas.
Improvisando ruta lo mejor en estos casos es perderse entre los pinos, así que peña Weba p'arriba, a balón parado y sin calentar; decidimos arriba poner el trasero viento en popa y que nos empujara hasta el monasterio de Lupiana cuya senda no visitábamos desde la primavera que se pone asquerosamente pestosa de cardos y zarzas. Con Eolo atizando llegamos en un pispás, encontrando cerrada la cerca del monasterio, así que rodeamos por el bosque después de un poco de empujabike y tomamos la senda todavía con algo de zarza, pero a varias capas como íbamos no era sufrir como en verano.
Senda ya algo durita donde las lluvias de octubre quedan ya lejos. Aquí nos abandona el amigo Oscar que mañana tiene un duatlón en Rivas, y ciento y un cubatas esa noche, y claro no se iba a castigar.
Desde allí nos dirigimos a uno de los paraísos del biker, la Sierra de Horche donde también nos iba a dar refugio del viento, buscando y tomando al llegar arriba una senda, la cual empezó siendo bastante ciclable para acabar conviertiéndose en una lengua glacial de piedras que no estábamos dipuestos a padecer, con lo que salimos otra vez a mitad de la pista de subida para volver a encontrar y disfrutar al sendita sin fin de la que nunca vamos a cansarnos.
Bastante sucia ya en su final con bastante canica y algún sustito porque la coña de esta senda es que se baja a to pasto. Las lluvias nos la dejarán más amable.
Terminada la diversión y ya empezando a cae gotas de agua medio congelada volvemos a los coches por el sitio más corto, y ese no es otro que una vieja conocida: "la Petante de Lupiana", cuesta conocida por todos los bikers de la zona, y odiada por todos, siempre es la última a subir cuando las fuerzas escasean. Esta vez se iba a hacer más dura porque el agua según ascendíamos se convertía en copos de nieve, cada vez arreciando más y dejándonos el terreno cada vez más embarrado.
Con las burras ya fabricando ceniceros, por el camino más corto a la Weba, bajada del cementerio con tiento no nos la jugara el barro, aquí las bicis corren.
Calados y helados de frio llegamos a los coches, nos hemos ganado el cocidaco cuando lleguemos a casa. Ha llegado el invierno, a sufrir presiiiii!!!!
Como lo pasáis!!! Que bien te queda el brazalete de capitán en estos días invernales!!! Una pena no poder asistir, pero aun queda muuuucho invierno!!
ResponderEliminarNo veais el mono que tengo de burra!!
ResponderEliminarEl finde que viene... si el tiempo y mi rodilla lo permiten, me toca dar guerra!
Mariquitas!!!!! en bici no se pasa frio, solo hay que apretatar mas!!!!
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